Pongo a continuación un enlace a una conferencia de James Hillman dada en 1997, que trata sobre astrología. Aunque él no trabaja profesionalmente como astrólogo, desde hace décadas ha estado interesado en este campo de conocimiento y ha estudiado sobre él.
James Hillman nació en Atlantic City, New Jersey, el 12 de Abril de 1926. Asistió a la Sorbona de París y al Trinity College de Dublín, donde se graduó en 1950. En 1959 recibió el título de Doctor por la Universidad de Zurich, así como el grado de analista del C.G.Jung-Institut en la misma ciudad. Desde 1959 a 1969 fue director de estudios en ese instituto. En 1970 Hillman se convierte en editor de Spring Publications, y lanza un movimiento de pensamiento dentro de la psicología junguiana llamado "psicología arquetipal". Es autor, entre otros libros, de: "El suicidio y el alma", "Re-imaginar la psicología", "El sueño y el inframundo", "El mito del análisis", y "El pensamiento del corazón".
La conferencia que da título al post comienza así:
"Seguramente reconoceréis que el que haya venido aquí es muestra de considerable audacia. Osadía, incluso. Pues éste es vuestro campo de conocimiento, no el mío; vuestra profesión, no la mía; y vuestra responsabilidad.
El que no tenga yo responsabilidad respecto a esta antiguo tema y a esta profesión durante tanto tiempo apreciada -y difamada- me permite ser irresponsable en lo que pienso y digo esta mañana. Solo en virtud de tal irresponsabilidad puedo sentirme lo suficientemente libre como para decir algo que pueda ser útil para vosotros.
A diferencia de vuestro compromiso para con vuestro trabajo y con la defensa de vuestro campo, mi compromiso sólo es con un constante interés, incluso un amor, a la astrología como fenómeno arquetipal, esto es: extendido, intemporal, emocionalmente potente, profundamente resonador y generativamente inventivo y también poderosamente peligroso. Por ello, a causa de estas cualidades, la palabra arquetipal es adecuada para el mismo campo.
Si es arquetipal, la astrología está aquí para quedarse; porque no se irá, debe ser arquetipal. Y no se irá. El historiador de la cultura Theodore Zeldin escribe: "... En 1975 un grupo de 192 eminentes científicos, incluyendo diecinueve premios Nobel, dirigidas por un profesor de Harvard, publicaron un manifiesto declarando que les preocupaba la creciente aceptación de la astrología en varias partes del mundo... Uno de los firmantes, un profesor de astronomía en la UCLA, se quejó de que un tercio de los estudiantes de sus clases profesaban creencia en la astrología, y también su esposa". Zeldin informa además de que un tercio de la población en Francia e Inglaterra admiten creer en la astrología, y entre los franceses ("donde la lucidez es una virtud nacional") "el 90 por ciento conoce su signo zodiacal" (Una Historia Intima de la Humanidad, Harper Collins, 1984, p. 339). (...)"
El que no tenga yo responsabilidad respecto a esta antiguo tema y a esta profesión durante tanto tiempo apreciada -y difamada- me permite ser irresponsable en lo que pienso y digo esta mañana. Solo en virtud de tal irresponsabilidad puedo sentirme lo suficientemente libre como para decir algo que pueda ser útil para vosotros.
A diferencia de vuestro compromiso para con vuestro trabajo y con la defensa de vuestro campo, mi compromiso sólo es con un constante interés, incluso un amor, a la astrología como fenómeno arquetipal, esto es: extendido, intemporal, emocionalmente potente, profundamente resonador y generativamente inventivo y también poderosamente peligroso. Por ello, a causa de estas cualidades, la palabra arquetipal es adecuada para el mismo campo.
Si es arquetipal, la astrología está aquí para quedarse; porque no se irá, debe ser arquetipal. Y no se irá. El historiador de la cultura Theodore Zeldin escribe: "... En 1975 un grupo de 192 eminentes científicos, incluyendo diecinueve premios Nobel, dirigidas por un profesor de Harvard, publicaron un manifiesto declarando que les preocupaba la creciente aceptación de la astrología en varias partes del mundo... Uno de los firmantes, un profesor de astronomía en la UCLA, se quejó de que un tercio de los estudiantes de sus clases profesaban creencia en la astrología, y también su esposa". Zeldin informa además de que un tercio de la población en Francia e Inglaterra admiten creer en la astrología, y entre los franceses ("donde la lucidez es una virtud nacional") "el 90 por ciento conoce su signo zodiacal" (Una Historia Intima de la Humanidad, Harper Collins, 1984, p. 339). (...)"
Para acceder a la totalidad del texto, hacer clic aquí (o en el enlace de más arriba).
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